Bolsos Caña Flecha
Artesanías Caña Flecha
Es imposible dar una fecha de origen del sombrero vueltiao. La prenda tiene su origen en la cultura indígena zenú, asentada en la región del río Sinú, departamentos de Córdoba y Sucre. Bajo la denominación "raza zenú" se aglutinan tres imperios: Finzenú, Panzenú y Zenufana.
Tuchín y otras zonas donde también se elabora el sombrero, como Carretos y Sampués, corresponden a Finzenú, considerado el más desarrollado de los tres señoríos, especializado en la elaboración de objetos manufacturados. Desde la época prehispánica, los aborígenes usaban el sombrero para guarecerse del inclemente sol durante el cultivo del maíz, como lo atestiguan piezas arqueológicas del Museo del Oro de Bogotá y del Museo Nacional Prehistórico Etnográfico "Luigi Pigorini" de Roma.
También es probable que fuera un componente ritual en la jerarquía y credos mágicos religiosos. El sombrero se elaboraba de un solo color, blanco crema; la aparición del color negro es una evolución posterior. Originalmente se conocía como "sombrero de vueltas" o "sombrero indiano" (en alusión a su origen indígena). El origen de la denominación del sombrero es incierta. Vueltiao es un localismo por volteado, participio pasado de voltear, «dar vueltas a alguien o algo».
Algunos sostienen que el nombre hace alusión al número devueltas de tejido que lo conforman. Otros aseguran que se le llama vueltiao porque al voltear las alas del sombrero por su vuelta del medio, la parte externa queda convertida en interna y viceversa. El sombrero vueltiao se elabora con características trenzas secas de color negro y caqui, obtenidas de las hojas de la caña flecha, palma endémica de las regiones tropicales de América.
En la región se dan tres variedades de la gramínea: la criolla, que da una fibra blanca, flexible y de buena calidad, especial para elaborar las trenzas finas; la martinera, cuya fibra es quebradiza y de inferior calidad, empleada para fabricar sombreros ordinarios; y la costera, de regular calidad, poco cultivada en la zona. Anteriormente, los sombreros se cosían a mano, con aguja e hilo de maguey. Era labor de hombres, actualmente lo hacen ambos sexos.
Más tarde se empleó el hilo de bola. Hoy se cosen en máquinas de coser sencillas, con hilo de cartucho y de nailon. Una vez se cortan las hojas de la caña flecha, se procede a rasparles las venas con cuchillo para obtener pencas lisas de aproximadamente 1 cm de ancho.
Luego se cocinan para darles consistencia y elasticidad con cogollos de caña agria, naranja agria y limón. Las pencas se dejan un día al sol para que se sequen, proceso que dará como resultado pencas de color completamente blanco o algo pigmentadas. Posteriormente, las pencas blancas se deshilachan en tiras más delgadas de 1 o 2 mm de ancho.
Para obtener las tiras negras, las pencas pigmentadas deben someterse a un proceso de tinte con una mezcla de barro negro y otros materiales como jagua, hoyeto y cáscaras de plátano. Todo el proceso, incluyendo el secado de las pencas, dura unos tres días. Al secar completamente, se procede a deshilachar las pencas.
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